miércoles, 27 de junio de 2012

Despedida.

Aula vacía. Sólo la pizarra era testigo de los mensajes cruzados entre ellos:
"nunca te olvidaré", "siempre seremos amigos"; otros, con más suerte, "nos veremos después del verano".
Reconozco esa sensación de vacío en el centro del pecho, allí donde se registran las emociones reservadas a alguien que ha sido tu confidente, tu amigo.
Las despedidas de los chicos de  doce años están llenas de ternura, de alegría, de lágrimas de lluvia, de la que disfrutamos al mojarnos extendiendo los brazos y corremos a refugiarnos bajo el árbol.
Lluvia pasajera que sólo reactiva el calor.
Después vendrán otras,  donde tienes la certeza que la despedida será definitiva, y en el recuerdo, grabada  la imagen parada del amigo  diciéndote adiós con la mano.  Lluvia  persistente.


Hay despedidas que perdurarán en nuestro recuerdo con infinito dolor. Pero ya no tendremos doce años.

1 comentario:

  1. "Partir es morir un poco.
    Es morir a lo que se ama,
    uno deja un poco de uno mismo
    en cada hora y en todas partes.

    Es siempre el luto de un deseo,
    el último verso de un poema.
    Partir es morir un poco,
    es morir a lo que se ama.

    Y uno parte, y es un juego,
    y hasta la despedida final
    con el alma, uno deja
    una huella en cada adiós.

    Partir es morir un poco".

    Ejercicio para escolares, de éste o de otro curso:

    ¿De quién es la frase "partir es morir un poco"?
    Una pista: no es el novelista que puso así el título a una novela. Es de un poeta francés.

    Posdata: ¿Qué quiere decir eso de que partir es morir un poco?
    ¿Y qué es partir sino decir adiós a una tierra, a un país, a un tiempo... a unos amigos, a un curso?
    Reflexiones de fin de año escolar.

    Un diez al curso y a la profesora. ¿No?

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