viernes, 12 de abril de 2013

A los destructores de su mundo.


Destruimos sin piedad los hombres,
lo que nunca nuestras manos construyeron,
aquello que durante siglos mantuvieron,
otros seres de muy distintos nombres.

¿No es triste que el entorno nos asombre
porque las aguas que alegres corrieron,
lentas y venenosas se volvieron,
y quedaron desiertos nuestros bosques?

El mundo estaba lleno de riquezas;
tenía mil y una maravillas,
que nos concedía la naturaleza.

Es como tener la más hermosa silla,
y quitarle el respaldo con torpeza,
o quemar el tejado de tu villa.

Lucía Díaz. 5º F
Relacionado con la toma de conciencia sobre los problemas ambientales derivados del uso y el consumo excesivo de materiales.

4 comentarios:

  1. Esta poesía es muy bonita,preciosa incluso

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  2. Laura Gonzalez Martín12 de abril de 2013, 12:12

    Es muy bonita, me encanta

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  3. Me ha gustado, es interesante, y has explicado muy bien como los hombres hemos ido destruyendo lo que la naturaleza y los hombres antepasados construyeron.
    Y sí, es verdad que es muy triste que las aguas estén envenenadas y los bosques sin árboles.

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  4. Muy bien construido soneto. Bien redactado y expresado. Excelente tema. El contrario también habría sido correcto. Hacemos los hombres vergeles donde sólo había desierto. Hacemos cosas buenas y cosas malas, y la naturaleza es hermosa y trágica a la vez. Propongo que alguien escriba sobre el reverso de la moneda.

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